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martes, 7 de junio de 2011

LA MONOTONÍA EN LA FIESTA DE LOS TOROS

LA MONOTONÍA EN LA FIESTA DE LOS TOROS.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
De los 264 toros lidiados en las Ferias de Abril de Sevilla y de San Ididro en Madrid, ¿Cuántos toros han sido bravos?
¡Los que podemos contar con los dedos de una mano y…tal vez nos sobrarían dedos!
Ante tan alarmante situación me viene al pelo lo siguiente:
Encontré unos apuntes que guardaba mi padre. Coincidían con  el año de mi nacimiento.
Título: MONOTONÍA. Autor: LUIS FERNÁNDEZ SALIDO.
Venían a decir que por aquel entonces ya había monotonía tanto en el toro como en el torero. Conste que estamos hablando de hace casi 70 años.
¡La historia se repite! ¡Es ley de vida!
La monotonía en el toro la achacó derivada de los dos criterios seguidos para seleccionarle (selección y cruzamiento).
De la selección opinaba que es “el camino anchuroso y suave pero de largo desarrollo. Procedimiento seguro pero sumamente lento para el ritmo de vida de entonces. Para él era un criterio de evolución”
Del cruzamiento dijo que “representaba la vereda de perfil agreste y ascensión penosa pero que rápidamente llevaba a la meta, lo que representa un peligro enorme al existir la posibilidad de despeñarnos fácilmente y rodar pendiente abajo. Para él era una revolución”
Ante esta tesitura, los ganaderos de entonces optaron, para no equivocarse, por tomar el camino real, sin tener en cuenta que la “la selección no es más que una criba que separa lo malo de lo bueno, pero que para poder llevarlo a efecto ante todo ha de haber CALIDAD”
En aquellos momentos: ¡la cuestión empezaba a ser necesaria, pero no absolutamente perentoria!
Y llegamos a los tiempos actuales donde según se dice “el tiempo es oro” y por ello vienen las prisas en los resultados.
Ya no se da “tiempo al tiempo” de ahí que los ganaderos de ahora se fueran en masa por el atajo con que sus precursores, que no eran otros que los criadores de toros bravos con cuantiosa experiencia pero abiertos a los aires de la renovación, lograron el éxito.
RESULTANDO: Que lo que empezó siendo un bien para la Fiesta, se convirtió, debido a la generalización, en un MAL, pues a fuerza de cruzar, recruzar, vender, comprar, mezclar, cambiar, esconder, prestar etc, etc, se ha conseguido poner a todos los ganaderos al mismo nivel, el QUITAESENCIADO EN BRAVURA, y la catástrofe empezó a aflorar cuando desaparecieron las diferencias de nivel y de voltaje y siguió y siguió hasta llegar al estado actual que raya en lo DESESPERANTE.
Sin lugar a dudas, la solera de la bravura estaba en Andalucía concretamente en los yacimientos de la casta VISTAHERMOSA y los ganaderos de Despeñaperros para abajo no fueron capaces, a pesar de los pronósticos de D. Eduardo Ybarra, de sobreponerse al halago de vender un semental al mismo precio de una corrida de toros, con lo que poco a poco, pero sin pausa, los toros enviados a Castilla fueron invadiendo con sus descendientes fabricados todas las plazas de España.
Pues fue mi tierra,  Salamanca, quien más sementales “importó” y con ellos comenzó a fabricar toros bravos en tierras donde los encinares suplantaron a los olivos al tiempo que el entristecido, nevado y frío clima de la entonces Castilla la Vieja lo hizo con el luminoso y cálido clima de Andalucía y el toro cambió sus hechuras por la influencia de un medio ambiental distinto y de la psicología ganadera por más que trataran de imitar a sus colegas andaluces porque el Novelty no era el Círculo de Ganaderos ni la Plaza Mayor de Salamanca era la calle Sierpes de Sevilla y porque el finito y las olivas no se parecen en nada al vino fuerte de Toro ni el Ribera de Duero como las tagarninas nada tiene  que ver con el farinato.
Con todos estos despropósitos llegamos al MONOENCASTE, que es lo que los figurones o figurines del escalafón taurino DEMANDAN, y con él se pierde la variedad de encastes con esa variedad de pelos en los toros que van desde el ensabanado al sardo pasando por los jaboneros, berrendos o salineros y la variedad de comportamiento que al requerir lidias distintas hacen cavilar al aficionado para valorar las faenas de aquellos toros que salían en tromba (Veraguas) pasando por aquellos duros de pelar como eran los Urcolas hasta llegar a los de dificultad máxima como eran los Villagodios pasando por los toros de nobleza ejemplar de los Contreras.
Eran toros artesanos porque aun no había comenzado el “café para todos” que no es otra cosa que la fabricación de toros en serie.
La bravura como tal nunca existió en el toro. Surgió de seleccionar entre las manadas de toros mansos  a aquellos que tenían un comportamiento fiero a causa de ser psicópatas bélicos.
Nunca hemos de olvidar que el origen fue la mansedumbre y por ello la naturaleza, a poco que nos equivoquemos en las pautas de alimentación o manejo,  nos llevará al toro manso.
Como cada vez se meten más parámetros suavizantes, tales como que no puntee, que no repita la embestida en exceso, que humille mucho etc etc, siempre tendentes a quitar la frescura de la fiereza nos hemos quedado sin las sangre pura que tanto costo conseguir. Con esta involución lograremos el mismo efecto que si todos los animales formasen una ganadería con muchos dueños que se turnase en los carteles.
Que pena de Centro Tecnologico del Toro de Lidia que con tanta ilusión proyectamos para su instalación en tierras de la Santa Espina (Valladolid), pues allí hoy tendríamos una reserva de castas, de las cuales algunas ya han desaparecido para siempre, para obtener la sangre brava que de seguir así será pura antropogenia.